Planteamiento pedagógico


La persona adulta


El concepto de persona adulta puede tener distintos significados. Por ejemplo, podemos entender que una persona adulta es una persona que ha adquirido la mayoría de edad (18 años), pero también podemos decir que es la persona que ha alcanzado la edad laboral (16 años) o que se encuentra en esa edad laboral (entre 16 y 67 años). Incluso podemos entender que la persona adulta simplemente es la que se comporta como se espera socialmente de un adulto.

Desde una perspectiva psicosocial, la adultez es una etapa delimitada que se correspondería más bien con la última acepción. El concepto de adulto, por lo tanto, sigue una lógica difusa y, en consecuencia, es difícil establecer los límites entre etapas. Por ello habitualmente, de forma pragmática desde el ámbito legal o administrativo, se adoptan las otras acepciones más limitadas.

A menudo se considera que las mejores etapas para aprender son la infancia y la juventud, y que, por lo tanto, en la adultez es más difícil aprender y las personas son más rígidas de pensamiento. En cuanto a la capacidad de aprendizaje y a los cambios psicosociales de la adultez, a continuación veremos que las principales tendencias del discurso académico tradicional han evolucionado desde las teorías de los déficits hasta las teorías centradas en las competencias de las personas adultas.

No obstante, la concepción de la adultez que sostienen muchas prácticas y discursos de formación de personas adultas está evolucionando todavía hoy y comprende las siguientes premisas o características:

- La disposición o capacidad cognitiva del adulto para el aprendizaje es igual o superior a la de un niño gracias al grado de madurez y a variables como la predisposición al aprendizaje. En ocasiones lo que sí falta es tiempo de dedicación, que puede compensarse con una motivación superior a la del niño.

- La formación de adultos no es una educación compensatoria entendida como "un programa  de educación que busca compensar déficits ambientales y de experiencia en relación con áreas tales como escolarización,  alojamiento, empleo, pobreza, derechos civiles y los modelos culturales y estilos de vida de los grupos de minorías; pretende descubrir y desarrollar el  potencial latente del alumno, con énfasis en experiencias, actividades y materiales específicos diseñados para el crecimiento cognitivo y motivacional” (Good, 1973). http://www.educa.madrid.org/cms_tools/files/a2197c88-39b4-47ec-9a2e-6e0fdbe8d439/conf_EduardoLopez.pdf No se trata de recuperar las capacidades perdidas o retrasar la pérdida de capacidades, sino sencillamente de aprender según las motivaciones y necesidades.

- La formación de adultos es reactiva: atiende a las necesidades identificadas previamente por la organización o institución educativa.

- El aprendiz no se adapta a los contenidos y a un proceso educativo preestablecido, sino que participa activamente en él por medio del aprendizaje significativo.

- El aprendizaje de adultos necesita contextualizar y definir una funcionalidad clara para que el adulto comprenda su utilidad y así esté más motivado.

- El adulto tiene la tendencia a creer que no será capaz de… o que no podrá entender… Esta creencia a menudo actúa como freno de sus posibilidades de aprendizaje. Por ello, la formación de adultos debe fundamentarse en el acompañamiento y la eliminación de estas creencias a partir de la praxis educativa.

- La formación de adultos se basa en la ampliación de las posibilidades de participación social y democrática del adulto, y debe ser un objetivo inherente al planteamiento de los programas formativos.

- La adultez es una etapa dinámica en función de los roles, la cultura, el bagaje, etc. Por ello, nunca puede esperarse un punto de partida igual ante cualquier aprendizaje de adultos de edades parecidas.

- No existe una edad para aprender, sino distintas formes de aprendizaje en función de la etapa y el contexto. En todas las edades se puede aprender algo.


- Hay aspectos de la inteligencia que se ven incrementados con la edad. 





La concepción de la formación de adult@s


En nuestro país, la concepción más aceptada de la formación de adultos es la que se establece desde la perspectiva de la educación continuada: «formación a lo largo de la vida». Teniendo en cuenta la clasificación internacional normalizada de la educación (CINE 1997, UNESCO, reedición mayo 2006), la educación continuada se define como «el conjunto de todos los procesos educativos organizados, independientemente del tipo de contenido, nivel y método, formales o no formales, a partir de los cuales las personas consideradas adultas mejoran la calidad de su bagaje personal, profesional o social, con el objetivo de completar un nivel de educación formal, adquirir competencias en un nuevo sector y actualizar las competencias de un sector específico».


La educación continuada, así pues, supera el concepto de formación de adultos, ya que puede incluir un amplio abanico de personas y perfiles distintos que, con titulaciones oficiales o no, profundizan en su educación y formación. Este enfoque se ve reflejado en la regulación legal de la formación de adultos en nuestro país, en la Ley 3/1991, de Formación de Adultos, en que se establece que la mejor forma de promover y garantizar el derecho a la igualdad es mediante la formación permanente, entendida como el proceso educativo que debe acompañar a la persona a lo largo de toda su vida. La formación de adultos, parte fundamental de este proceso, debe ser considerada como el conjunto de actividades de todo tipo, educativas, culturales, cívicas, sociales y formativas, que tienden al perfeccionamiento de las habilidades de la persona, al mejoramiento de sus conocimientos y capacidades profesionales, a la profundización de sus posibilidades de relación, a la comprensión del entorno que le rodea, a la interpretación correcta de los hechos que se producen en su mundo y al fortalecimiento de la democracia a fin de facilitar una dinámica participativa en el seno de la sociedad. La formación de adultos debe dar respuesta educativa a todos los ciudadanos, tanto desde una dimensión formal como no formal. Esta formación pone un especial énfasis en la formación compensadora de una formación deficitaria. Al mismo tiempo, la dinámica cambiante en las necesidades de la formación de adultos hace necesarias la actualización y especialización constante de  profesionales.



El principal papel de la educación permanente es potenciar la cohesión social, la ciudadanía activa, la competitividad y el fortalecimiento de la democracia. Estamos hablando de toda actividad de aprendizaje realizada a lo largo de la vida con el objetivo de mejorar: conocimientos, actitudes y competencias. Las competencias son la combinación de conocimientos, aptitudes y actitudes que se adquieren mediante una formación recibida desde distintos ámbitos (conocimientos de base, habilidades comunicativas, mundo laboral, ciudadanía activa, y cultura y arte).





El planteamiento pedagógico de la educación de personas mayores


Ante los rasgos que definen a la persona adulta y su aprendizaje, el planteamiento pedagógico y el enfoque metodológico de la educación de personas mayores se basa en los siguientes aspectos:

- Una concepción educativa basada en la confianza en las competencias de las personas adultas para aprender, participar, etc.

- Una educación estimuladora. Se propone estimular la transferencia de capacidades y la adquisición de nuevas competencias, con altas expectativas positivas.

- Una educación proactiva que revisa las necesidades identificadas previamente en las personas interesadas, prepara para el presente y para el futuro, y estimula las habilidades para aprender a aprender.

El aprendiz puede incidir en los contenidos y en el proceso educativo.

- El aprendizaje se lleva a cabo a partir de tareas reales, próximas y significativas.

- La participación se entiende como un objetivo y un procedimiento de la educación.


Paciencia y empatía, la capacidad de procesamiento de la información de las personas mayores es más lenta ,por lo que tendremos que repetir los conceptos muchas veces. Piensa en como nos gustaría que nos tratasen a cualquiera de nosotros a esa edad . Relajaos con este audio , uno de ellos es un fragmento de obra La Moldava compuesta por Bedrich Smetana en Praga, a los 63 años. Otro ejemplo de la valía de las personas mayores , con el añadido de que este compositor estaba sordo cuando la compuso.


- Se estimula la democracia participativa. Se considera que los participantes son interlocutores válidos, se les debe escuchar pues cono se ha repetido en varias ocasiones tienen mucho que aportar.




Criterios  pedagógicos de la educación de personas mayores



Hay que tener en cuenta que las necesidades educativas están presentes a lo largo de toda la vida. Los cambios profundos y acelerados de la sociedad en que vivimos no hacen otra cosa que acentuar estas necesidades y crear otras nuevas, de modo que es necesario flexibilizar las estructuras educativas, especialmente en el campo de la formación de adultos. 

La formación de personas adultas tiene algunas características que la hacen difícilmente asimilable a otros sectores educativos, especialmente desde el punto de vista organizativo, y específica desde criterios psicopedagógicos. Algunos de estos aspectos más relevantes son los siguientes:


  •    No es obligatoria. Este factor es fundamental, tanto para el participante como para los profesionales, ya que se abre una puerta a la educación sin los mecanismos coercitivos habituales de la educación obligatoria. Por lo tanto, no existirá ningún tipo de coerción para la formación, lo que será determinante para evaluar el éxito de participación. Al suprimir la variable de la obligatoridad, el éxito en la participación dependerá, por un lado, de la adecuación de la formación impartida a las expectativas y necesidades reales o inducidas de las personas adultas, y por otro lado, de las interrelaciones personales y grupales y del ambiente que se establezca en el proceso educativo.




  •   El rol social de la persona adulta, distinto del de estudiante. A diferencia de las etapas infantil y juvenil, los procesos formativos en la edad adulta están mucho más sujetos a una buena adecuación de la oferta a la demanda, a una oferta que satisfaga las expectativas inmediatas y funcionales, y adaptada a las necesidades concretas.

  •     Otra característica habitual es la división en ámbitos de la formación de personas adultas: formación básica, para el mundo laboral, para el ocio y la cultura, y para la participación ciudadana y el desarrollo comunitario. Esta división tiene una traducción administrativa: cada ámbito se aborda desde distintos departamentos o áreas municipales. Esta división no debería compartimentar la etapa, aunque a menudo sí lo hace.

  • Hay que tener en cuenta que existe gran cantidad de instituciones, entidades y grupos sociales que actúan en la formación de personas adultas con distintos criterios, objetivos e intereses. Esta cantidad de agentes hace difícil analizar su conjunto, pero hay que considerar su presencia y sus interacciones. Las labores de coordinación resultan imprescindibles.

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